No es algo que tuviera pensado para el día de San Valentín, pero he de reconocer que este refugio, mitad casa y mitad invernadero, podría ser una elección genial para una noche romántica en plena naturaleza, aunque lo que más me preocupa es la intimidad…nada más que hay cristales por todas partes.
Este refugio está ubicado en una pequeña isla de Escandinavia y probablemente ese sea el origen de lo que más me preocupa: la intimidad. Con toda probabilidad,  no haya muchos habitantes por la zona o simplemente el propietario sea el dueño de todo el terreno circundante, es bastante típico en estas regiones.
El origen de este refugio es un cobertizo y a partir de el se ha creado una especie de invernadero de jardín, que se ha reconvertido en un precioso y romántico dormitorio. El invernadero está creado a base de piezas estándar que pueden unirse de varias formas, fruto de la forma de pensar escandinava.
El interior es minimalista (creo que no da para mucho más), con un cálido piso de madera y una sola lámpara al lado de la cama, aunque todo está pensado para disfrutar del exterior. Un viejo tocadiscos y unas plantas conforman toda la decoración.
Un lugar idílico, ideal como he dicho para esa noche romántica en plena naturaleza que nos gustaría pasar a todos, teniendo como techo las estrellas.
Fuente Dornob